Existe un doble lenguaje sobre nuestras emociones que ha sido sutilmente mal utilizado para desconectarnos de su espectacular potencial. Bajo la premisa que no es favorable quedarse estancado en nuestras emociones (lo que es adecuado para algunas de ellas) o bien, mantenernos emocionalmente neutros ante ciertos acontecimientos, lo que también es parcialmente correcto, la verdad es que a las emociones se les mira con cierto recelo, en mi opinión, debido al potencial desborde y descontrol al que nos pueden conducir y que todos en algún momento hemos vivido o temido.
La emocionalidad, como una característica eminentemente humana, constituye uno de los aspectos más interesantes de este proyecto que conformamos como humanos galácticos y es por ello que según vamos evolucionando y aprendiendo de ellas, lo hacen también, junto a nosotros razas, galaxias, universos y la mismísima Fuente desde la cual, alguna vez, todo emergió.
Las emociones nos llenan de una forma de vida muy particular pues el vaivén que nos provocan podríamos decir, constituye la Vida misma. Así es como la Vida es una constante montaña rusa de complejas combinaciones de respuestas emocionales y su bioquímica asociada.
Las emociones poseen una carga electromagnética que es registrada por nuestro cuerpo emocional (campo electromagnético) dejando huellas permanentes de cada experiencia vivida y que se expresan en nuestra biología como un flujo bioquímico. Es así como las emociones detonan las más ricas combinaciones bioquímicas, según el espectro emocional al que estemos habituados. Cambiar de espectro depende a su vez, de qué emociones estemos dispuestos a experimentar. Si consideramos que hay muchas personas cerradas a amar, a tomar riesgos, a vivir sus sueños, o a soltar, esto puede ser extremadamente complicado para muchos.
Nuestra memoria es algo muy complejo y solemos asociarla principalmente a una función de la mente, pues ella es quien almacena las imágenes de cada experiencia vivida. Sin embargo, basta percibir el aroma a pan recién horneado para trascender las barreras de tiempo y espacio, o el aroma a tierra húmeda, o el perfume de un ser amado, para transportarnos lejos de nuestro lugar presente y volver a experimentar, en su totalidad, un momento ya vivido, sin importar cuántos años hayan transcurrido.
Toda enfermedad tiene su origen en un proceso emocional que no pudimos administrar o experimentar en una forma de crecimiento. Las tendencias o predisposiciones genéticas son sólo eso, una posibilidad que se activa por medio de la repetición de algún patrón emocional y/o mental e incluso de ambos. La medicina actual promueve estados de enfermedad coludida con la el gran negocio de la industria farma-&ceútica. Por ello, si de verdad quieres sanar, tendrás que atravesar el portal del sentir y vincularte con aquellas emociones que postergaste, inhibiste, bloqueaste o, por el contrario, te mantienen condicionado y adicto, por culpa, resentimiento o dolor.
Los hechos y circunstancias que vivimos son neutros en sí mismos, pero los registramos en nuestro cuerpo emocional con una determinada frecuencia, según la experiencia emocional que logran detonar en nosotros. Por ejemplo, ante un accidente que ocurre a escasos metros nuestro y que en sí mismo es un hecho totalmente neutro, los accidentados lo van a registrar como una experiencia de miedo y sufrimiento, algunos transeúntes testigos lo registrarán como una experiencia de fuerte impresión, otros de angustia y otros tal vez con la determinación del deseo de ayudar. Por ello, decimos que las emociones son la forma en que tenemos de atestiguar y experimentar la Vida. Esta extraordinaria condición de nosotros, los humanos galácticos, también es nuestra principal forma de vulnerabilidad pues, la “administración de turno” de nuestra experiencia aquí, en la matrix holográfica de control, nos modeló permanentemente a través de nuestras emociones, utilizando diversas tecnologías, con la única finalidad de direccionar la emocionalidad de las masas en un sentido que les favorezca, tanto para seguir ejerciendo dominio sobre nosotros o, para producir el suficiente adrenocromo como alimento de exportación hacia otros confines de este y otros universos.
La experiencia del Sentir es simplemente extraordinaria. El sentir nos puede elevar y expandir para trascender las limitaciones impuestas por los sentidos físicos.
Las emociones y el sentir son la base de la conexión con nuestro Ser Espiritual. Las vivencias más íntimas con nuestro Ser no se piensan, ¡Se sienten! La conexión que vamos desarrollando con nuestro Yo Soy, no es simplemente un acto de fe. Es una comunión que se experimenta desde lo más profundo del sentimiento. En ocasiones nuestro Yo Soy nos envía imágenes para mostrarnos algo y no siempre las podemos comprender desde las posibilidades que nos brinda la lógica. Sin embargo, el sentimiento nos ayuda a descifrar el sentido de esas imágenes.
Es también por medio del sentimiento que logramos sintonizar con las áreas de nuestro femenino herido y darle voz a las emociones silenciadas de nuestro masculino para que vayan sanando, pues sólo en total y absoluta conexión con las emociones podremos fundirnos en la experiencia de integrar la llama gemela en nosotros, tan necesario para comenzar a vivenciar el verdadero amor, ese que está libre de juicios y condicionamientos.
El sentimiento es la base de la conexión con nosotros mismos, con la Naturaleza, con los otros y con la Vida misma.
Es por medio del sentir que percibimos nuestra conciencia, nos reconocemos conscientes y la observamos evolucionar. Por eso sabemos que hemos “despertado”, pues el sentir nos ha mostrado que hemos abandonado el rebaño sumiso y delirante de miedo, despertado de la sombra oscura del adormecimiento colectivo.
El sentir nos permite descifrar el lenguaje de la intuición, invitándonos a alejarnos y protegernos en ciertos espacios o de ciertas personas. El sentir de la intuición es una de las formas en que el Yo Soy nos va indicando el camino y es por medio del sentimiento que aprendemos a confiar en ella, lo que es todo un reto para nuestra mente lógica racional.
Fue la experiencia del sentimiento lo que nos permitió discernir que el co-bicho ha sido parte de un plan siniestro y que ahora toma otros ribetes por lo que, más que siempre, debemos entrenarnos en discernir, pues será la herramienta FUNDAMENTAL para los próximos años, cuando haya que tomar decisiones en momentos complejos.
Es el mundo del sentir es una de las puertas que debemos atravesar para transitar nuestro camino de ascensión y para lograrlo es importante descubrir cuáles son las emociones que nos negamos a sentir o cuáles son las que, a pesar de sentir, nos las negamos a nosotros mismos. ¿Qué condicionamientos tenemos ante ciertas emociones? Recordemos que la emoción es el motor de propulsión en el proceso de crear realidades.
¿Qué emoción te genera leer este texto? ¿Cómo te has reconocido en tu realidad frente a las emociones?
No creas una palabra de lo que has leído hasta aquí. Experimenta tu verdad de este tema por medio del sentir, del discernimiento.
EL inexorable llamado a SER 29 sep 2023
Mucho se habla de empoderamiento, de despertar o de elevar el nivel de conciencia. Sin embargo, estos conceptos son conceptos vacíos, sin valor alguno, si aún estás esquivando el inexorable llamado de tu esencia a simplemente SER.
¿Qué podrías empoderar si no sabes quién eres? ¿El ego? ¿Tus inseguridades?
¿De qué sirve despertar si no tienes idea de quién es el despierto?
¿Para qué una conciencia más elevada si eres incapaz de aplicarla en los desafíos que te llegan cada día?
SER va más allá de los gustos, las aptitudes o la vocación. Tiene que ver con identificar los miedos, los patrones enfermizos y la valentía. SER exige honestidad con uno mismo, vivir sin buscar la aceptación y aprobación de los demás. SER es asumir y recordar la propia grandeza para exudarla e imprimirla en cada gesto, palabra y acción que se manifieste.
¿Por qué resulta tan difícil vivir desde el SER?
Porque la mayoría de las personas cree ser lo que dice su título, su cargo, o lo que los otros le dijeron que era y que, peor aún, terminó por creerlo. Es decir, la mayoría de las personas se identifica con esos otorgamientos porque desconocen quién de verdad son, cayendo en un círculo vicioso. Es difícil porque se han perdido de sí mismos desde el primer aliento, complaciendo a sus padres, cumpliendo con el colegio y todas las demás responsabilidades que nunca más cesaron. Han permanecido huyendo de sus miedos y dolores más profundos, sin reconocerlos, aceptarlos ni menos sanarlos. Se desconocen, se niegan en múltiples formas y por lo mismo son incapaces de encontrarse. Permanecen absortas y embobadas en lo que los distintos sistemas y estructuras sociales les indican tienen que hacer, deben tener o requieren cumplir, para calzar dentro del modelo impuesto. Porque calzar les hace sentirse seguras.
¿Sabías que más del 85% de los cuadros de estrés y de depresión tienen de base la consagrada lucha entre el SER y el «deber ser»?
TODO en la sociedad de matriz holográfica nos lleva a desvincularnos de la Divinidad que en realidad somos. Seguimos religiones, modelos, estilos de vida, de belleza o de conductas predefinidas, para sentirnos parte del mismo sistema que nos subyuga. Por lo mismo, todo aquel que tenga un gramo más de verdadera sensatez que el resto, de conexión con su llamado a SER, se le mira raro, con desconfianza y se le juzga, tildándolo de rebelde, desadaptado y, en el mejor de los casos, de “especial.”
El llamado a SER es permanente y muchas veces crudo pues nos sumerge en sensaciones poco agradables como pueden ser la incomodidad, por sentir que no calzamos con estos modelos ficticios y forzados; de miedo, porque debemos soltar lo conocido para aprender a vivir en la certeza de la incertidumbre; de dolor, porque debemos hurgar en las heridas personales, ancestrales e incluso de la mismísima humanidad.
El llamado a SER también nos expande en experiencias sublimes y sobrenaturales que nos llevan a activar sentidos que estaban dormidos, a ver colores nunca antes vistos, a expresarnos por medio de la telepatía, a experimentar amor y paz con capacidades que no sabíamos que teníamos; a trascender los límites de la materia; a comprender que TODO es sólo frecuencia y vibración; que la mente humana es un vehículo restringido que puede ser entrenado para más; o que el lenguaje distorsiona y es incapaz de expresar este tipo de experiencias.
El llamado a SER es para todos único y sigue trayectorias individuales de acuerdo a los niveles de conciencia de cada cual, así como también de acuerdo a su propósito y objetivos en su plan cosmouniversal de evolución. Sin embargo, el proceso de SER tiene algunas fases que se observan con relativa facilidad, aunque se pueden dar indistintamente y en diferente orden:
– Experiencias sobrenaturales/místicas
– Activación/habilidad de algún sentido adicional a los 5 conocidos
– Reconocimiento de una matriz holográfica en la que se interactúa
– Vivenciar que TODO es frecuencia y vibración
– Recordación de otras líneas de tiempo
– Reconocimiento del engaño/control detrás de las estructuras de la matriz holográfica (educación, economía, salud, etc.)
– Búsqueda de sentido por medio de múltiples caminos
– Ser observadores y omitir juicios
– Buena administración y desapego de las emociones
– Amor por las actividades que se realizan
– Buscar la expresión de los dones y talentos
– Permanente conexión al Yo Soy
Todos estamos llamados a SER, pero muy pocos atienden ese llamado o logran vivir desde él. Algunos, medio lo asumen, pero no saben cómo dar cabida a las demandas que el SER les hace.
Otros siguen el llamado a SER pero intentan conciliarlo con su forma de vida impuesta, enfermando de depresión, cáncer o simplemente se resignan a ser infelices, argumentando que así es la Vida y es lo que les toca vivir, negando su responsabilidad de haber creado las circunstancias por las que atraviesan y más importante aún, negando la DIVINIDAD que SON.
El inexorable llamado a SER es un llamado a vivir en plenitud, exudando, plasmando y, con ello, honrando el Dios que somos y que tanto resistimos Ser.