El Ser en la trascendencia de la dualidad.

La vida experimental en la máxima densidad que llamamos materia, se expresa en forma dual, donde la totalidad alberga la oposición de sus polos. Es así como experimentamos el frío y el calor, el día y la noche o la alegría y la tristeza.

Para vivir este desafío, hemos sido dotados de una máquina maravillosa, de la cual poco y nada sabemos y ha llegado el tiempo de buscar y desempolvar su manual de uso.

Más allá de la obvia biología, contamos con estructuras bioenergéticas dinámicas que nos ayudan a registrar las distintas experiencias por las que vamos transitando. Este registro se va convirtiendo en algo así como un extraordinario sistema de administración de información.

Una de estas estructuras bioenergéticas dinámicas es nuestra mente y, a través de ella, podemos conquistar universos o estancarnos en una aparente y tóxica comodidad.

Una de las principales funciones de nuestra mente es la de clasificar información, pues este ejercicio absolutamente inconsciente, nos provee de una seguridad que podríamos denominar básica. A su vez, esta clasificación permanente va generando estructuras de pensamiento que van construyendo la cancha del juego que decidimos vivir.

Dado que la mente es una estructura bioenergética dinámica, está permanentemente emitiendo frecuencias hacia el quantum que sostiene el holograma que denominamos existencia y es por ello, que participa, querámoslo o no, en lo que denominamos proceso de co-creación.
Nuestra mente también está permanentemente decodificando millones de bits dé información, sin embargo sólo va a percibir/registrar aquellos que se adaptan a los marcos que nos entregan nuestras estructuras de pensamiento. Esta última descripción, constituye a su vez, una de nuestras debilidades más grandes, pues nos hace altamente vulnerables a lo que entendemos como modelamiento psiconeuroconciencial.

Por otra parte, al ser nuestra mente una estructura bioenergética dinámica, provoca reacciones bioquímicas en nuestra biología, lo que se traduce en que vamos desarrollando una suerte de adicción asociada al tipo de pensamiento y estructuras mentales que nos proveen de la tan ansiada seguridad.
Dicho lo anterior, podemos afirmar entonces que nuestra mente es una herramienta de mucho poder, que nos puede exaltar y enaltecer, o bien, llevarnos a los espacios más umbralinos (sin desmerecer la función que cumplen en el Todo).

Una mente clara, enfocada y en armonía con el Ser, es clave a la hora de trascender la aparente dualidad, que se presenta por condiciones de la física, en este holograma de la materia.

Aquí les comparto algunas sencillas claves para obtener una mejor comprensión y administración de las potencialidades de nuestra mente.

Fiscalizar varias veces en el día lo que estás pensando:
a) ¿Es algo bueno/negativo de ti; de otro o de una situación?
b) ¿Aquello que piensas es respetuoso con tu entorno?
c) ¿Aquello que piensas de moviliza o te paraliza?

Descubrir pensamientos que te están justificando en una determinada postura mental
a) ¿Esa postura te permite crecer o superarte?
b) ¿Cuan seguro te sientes por esa postura?
c) ¿Cómo llegaste a esa postura? ¿Por aprendizaje? ¿Comodidad? ¿Desilusión?
d) ¿Para qué requieres la postura?

Tu mente está creando realidades constantemente a través de cada pensamiento. Por ello:
a) ¿Qué tanto la utilizas conscientemente para conseguir avanzar en tu propósito?
b) ¿Para dañar a otros?
c) ¿Para construir nuevas realidades?
d) ¿Para acompañar el camino de otros?

Revisar si tus pensamientos se expresan en coherencia en tus actitudes y acciones

Cuando requieras detener un circuito de pensamientos tóxicos, respira profundo hasta detener el proceso. Luego busca algo por lo cual agradecer y sostén la sensación de bienestar hasta que se genere un nuevo pensamiento

Cuando requieras calmar tu mente que no se logra fijar y ordenar en aquello que necesitas, sal a caminar por al menos 20 minutos

Entrégate un par de veces al día a la contemplación.

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